Allá dónde van los colores

Mis colores dónde están,

quiero sonreír sin más.

Me envuelven los grises,

dándome mil directrices.

El blanco al sentimiento,

un reflejo del derramamiento.

Negro como el pensamiento,

algo más que turbulento.

Atacan las horas y me eclipsan,

me mareo al no salir mis palabras

como si algo viene y las requisa,

me controla y no avisa.

Entre yo y lo que no sé,

en esa linea del estar sin saber

ando con la cabeza alta

sin pensar si me basta

algo mas de templanza,

unos chupitos de calma

un escudo contra el drama,

el paraguas para tormentas

y algún par de recetas.

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No somos lo que queda,
ni de lo que fuimos
ni de lo que seremos.
No seas presa
de lo que no expresas.
Andar por el camino,
eso es lo ameno,
vagar con el destino
es de estar sereno.

No lo lamento,
mejor ser curioso.
Ver el silencio
como algo beneficioso.
Son reacciones, no.
Son rumbos.
En ese momento,
que la mente se dispersa
Ahí estás dando tumbos.

Las direcciones despacio,
parte queda en ese espacio.
Algo que no ocupa resolver;
notar al flor de piel,
que eso ya no es real.
Con un tono original,
desde la honestidad del alma,
desenredarse de lo banal
hacia la propia calma.

Erizarte con la voz.
volviendo de la lejanía
que hay en tu interior.
Volver a ser conocedor.
Aparte de todo lo que no tiene color.
Camina despacio o vuelve al despiste.
Donde lo no implícito es un chiste.
Cuando se mezcla la brisa
con una sonrisa a media hasta.
Allá tú sin decir basta.