Aquella persona
la cual entregué mi corazón
no supo apreciarlo y jugó con él
cual niño golpea un balón.
En mi presencia fingías interés.
Mis ojos fueron vendados con mentiras.
Un día observé como tu mirada
se desviaba hacia esa bella mujer,
la cual un día estuvo entre tus brazos.
Añorabas su presencia
pero te sentías atado a mí.
Mis ojos al contemplar tal escena
no cesaron de llorar
las lágrimas seguían brotando incansablemente.
Para poner fin a nuestro sufrimiento
decidí liberar mi alma
degollando mi cuello.
Y mientras la sangre no cesaba de brotar
mis labios balbuceaban
intentando decir:
Este cuento se ha acabado