miércoles, 26 de marzo de 2014

Érase eso.

Tal vez y sólo tal vez esperases encontrar entre este esbozo de palabras canalizado alguno de mis sentimientos pero, no.
Inerte, los sonidos se aglomeran en mi tímpano hasta querer hacerme ensordecer, mientras sin sorprender hay algo ardiendo cerca de mis labios, en ese preciso instante cuando todo calla y mi mente queda vacía.
Van sumándose las colillas caídas al cristal que reflejó durante unos instantes el recuerdo de gloria que entonces prevalecía, ese orgullo expirado con el humo fundiéndose con el aire hasta desaparecer, no sin antes dejar huella en nuestro interior; y en este caso en frío.

It.
Frías, así son las mañanas aunque sucedan a ardientes noches, no son más que gestos y actos, palabras como bien he dicho, vacías; como el culo del vaso que acabó precipitándose contra el suelo más de una noche y sobre todo el aliento mudo que calló su causa. He divagado entre estos pasadizos incontables ocasiones a lo largo de mi vida y no he sacado más que alguna premisa enriquecedora, no a nivel económico sino interno... Así pues las horas que se escapan en mis pestañeos y la carcajada psicológica que me inunda sin avisar es lo que me queda, algo.

Me pregunto si la automotivación que profeso es el motivo de mi dicha en desequilibrio, las respuestas no vienen a mi mente, es confuso e intrigante, contradictorio y pesado.