27 Agosto 2012 23:22
Yo solo soy un loco con insomnio que escribe lo que siente...
Sentimientos y emociones que se vierten en mi vaso.
A cada paso escribo, para compensar todas aquellas
cosas que dejo en el olvido de mi amnesia taciturna.
Diurna, como la escarcha invernal. Sufro los efectos de
no poder recordar.
Quiero pensar que solo es un mecanismo de defensa
para no prestar atención al dolor que se esconde bajo la piel.
Bajo los pliegues de la memoria que se clavan entre sí,
haciendo sangrar el alma.
Haciéndome rezumar savia en cascadas de letras nocturnas.
Moribundas piernas que me empujan a seguirte cada vez por una senda.
Como las vías de tren abandonadas a su suerte.
Sordas, cuando antaño rechinaban entre chispazos.
Ahora me siento abandonado a la suerte de mis pasos
que se pierden en un túnel.
Siempre he tenido la sensación de que dejaría este mundo siendo joven.
Siempre he albergado la opción de que el final se volviera presto contra mi.
A la sazón de la razón que me dan mil pasos ya recorridos.
Por zonas del corazón que forman parte del olvido.
Y ahora salgo al mar, al abrigo de la inmensidad de tus ojos fundidos.
Y me obligo a beber de tu mirada, ahogada.
Y me tiro en la brevedad de la madrugada.
Aspirar la esencia de tu piel con sabor a sal, de tanta pasión.
Y me sumerjo para no regresar a esa superficie tan cruel.
La que me empuja a tu ser, a quererte beber hasta morir por tu reflejo.
Bajo el peso de la presión que apisona lo poco que queda de una mente atormentada.
Si baja la marea, me verán con una sonrisa en la cara.
Ya habré podido descansar lo que debía.
Sentimientos y emociones que se vierten en mi vaso.
A cada paso escribo, para compensar todas aquellas
cosas que dejo en el olvido de mi amnesia taciturna.
Diurna, como la escarcha invernal. Sufro los efectos de
no poder recordar.
Quiero pensar que solo es un mecanismo de defensa
para no prestar atención al dolor que se esconde bajo la piel.
Bajo los pliegues de la memoria que se clavan entre sí,
haciendo sangrar el alma.
Haciéndome rezumar savia en cascadas de letras nocturnas.
Moribundas piernas que me empujan a seguirte cada vez por una senda.
Como las vías de tren abandonadas a su suerte.
Sordas, cuando antaño rechinaban entre chispazos.
Ahora me siento abandonado a la suerte de mis pasos
que se pierden en un túnel.
Siempre he tenido la sensación de que dejaría este mundo siendo joven.
Siempre he albergado la opción de que el final se volviera presto contra mi.
A la sazón de la razón que me dan mil pasos ya recorridos.
Por zonas del corazón que forman parte del olvido.
Y ahora salgo al mar, al abrigo de la inmensidad de tus ojos fundidos.
Y me obligo a beber de tu mirada, ahogada.
Y me tiro en la brevedad de la madrugada.
Aspirar la esencia de tu piel con sabor a sal, de tanta pasión.
Y me sumerjo para no regresar a esa superficie tan cruel.
La que me empuja a tu ser, a quererte beber hasta morir por tu reflejo.
Bajo el peso de la presión que apisona lo poco que queda de una mente atormentada.
Si baja la marea, me verán con una sonrisa en la cara.
Ya habré podido descansar lo que debía.