martes, 31 de julio de 2012

#8


Ese instante en que nuestras miradas se cruzaron es comparable a un eclipse solar. Todo se desvaneció y lo único que podía ver era tu sonrisa.
Pensamientos que me achantaban de hacerme ilusiones y especular sobre la situación.
Una mirada.
Dos.

Cierto momento incierto que me hizo darme cuenta de que no era un espejismo.
Real.

Tu tacto es comparable a la más fina brisa que ha recorrido el invierno emocional de todo corazón helado envuelto en llamas de color.

Segundo, tus manos se acercaron suavemente sin pronunciar más que una leve mueca picaresca que hizo mi mente rodar.

Hielo.
Nada podía enfriar ese momento. Todo alrededor se fundía para crear esa atmósfera perfecta.

Césped a mi alrededor amortiguando el peso de sentimientos tan intensos que no recordaba capaces de albergar bajo mi piel.

Tu caminar desvela el sendero oculto entre la humareda.

No quiero que ese recuerdo se desvanezca, siempre en mi mente. Espero.




Tú, 8.