domingo, 26 de mayo de 2013

Dentro de un patrón.

No te dije que el cielo se estaba abriendo bajo nuestros pies, así que tan sólo caí yo. Parecía ser un hoyo finito y sin darme cuenta me caía más y más sin poder hacer nada mientras todo estaba en calma.
Algo alrededor susurraba que mirase hacia abajo pero la presión interna llena de contradicciones me lo impedía y cada vez que agachaba la cabeza sutilmente era golpeada por zarpas afiladas. No me gustaba aquella sensación así que apoyé mis manos en un lado del vórtice y con suma delicadeza intenté hacer palanca con mis pies.
Bajaba.
Seguía bajando.
Ahora no.
Estaba estancada y apenas podía moverme, me encontraba con todo el tiempo a mi alrededor y las oportunidades danzando burlescas frente a mi a sabiendas de que a menos que aceptara la intriga infinita no podría siquiera rozarlas.
Aún me encuentro en ese hoyo y entre mis pensamientos nublados de vez en cuando hay algún claro que me hace vislumbrar lo que hay tras las paredes infinitas. Cuesta tiempo pero aquí eso no importa, lo importarte es salir de este túnel y caminar sobre una superficie no absuelta de desafíos algo más luminosa.

Encontrar ese reflejo de mi mismo cuyos gestos me sean reconfortantes y sepa apreciar tanto mi ausencia como mi presencia y cada detalle imborrable difícil de percibir que rara vez se escapa entre tanta palabrería y gestos insípidos.
No importa la procedencia ni el lugar, ni lo que dure pero se irá regenerando y cambiando con el tiempo al igual que yo, eso es lo indescriptiblemente atractivo de estas sombras.

Aún así, continúo con vaivenes en este hoyo pero el hecho de fantasear me mantiene despierta dentro de mi propia burbuja que de vez en cuando rocas inoportunas atacan.

Au revoir.