martes, 18 de junio de 2013
Tres meses después; el día diecisiete
Unos pasos después andando hacia el río donde posteriormente los sentimientos de uno se iban a disiparse entre gotas. Verde alrededor, baches que entorpecian a los coches y una música estilo rave que ponía ritmo a aquella conversación.
El tiempo se esparcía entre caladas, miradas confusas, tragos y demás incertidumbre. De pronto; adiós.
Se alejaban de aquél locus amoenus idílico desperdiciado y en un punto se separaron; apenas había oscurecido.
Tras una amena y solitaria cena mi cabeza se enredaba entre el cojín mientras se peleaba por seguir despierta. Cayó.
Abrió los ojos sin saber la hora y nada más incorporarse suena el móvil, aviso de que aún tocaba esperar. No muchos cigarros después llegó el toque; ya salía.
Entonces fueron alejándose hacía aquella significativa escalera, pero torcieron a la izquierda.
Allí lo único liado eran los porros, sin plata y sin más. El tema oportuno y evitado antes salió 'vaya, que sincero'. Y no mucho después otra vez se había agotado el tiempo entre tantos pero.
No había nada más que media calle, cogió el litro, se abrazaron sutilmente mientras intentaba disimular las cosas que se me pasaban por la cabeza. Adiós.
El día siguiente era ya entonces y allí se veía, en la terraza, mirando la noche y sin darse siquiera cuenta, al día. La canción comenzó a repetirse, aquella verdad estática e inamovible que siempre había estado y pretende seguir estando de la soledad. Todo se resumía en los pero que ladraban a cualquier remota posibilidad. No era ella, era el mundo.
En su burbuja de humo blanco y tragos amargos la podrían encontrar las próximas semanas; desaparecida.
lunes, 3 de junio de 2013
Aléjate y no vuelvas
Al otro lado del vagón estaría esperándote, con humo y cenizas entre sus manos, pero se dió cuenta (tarde, aún no sé si demasiado) de que aquel tren no pasaba por allí y por más luces que la escandilaban nunca era el que ella esperaba.
Veía pasar miles de figuras contorsionadas a su alrededor con equipajes de todo tipo: pequeños, grandes, bolsos etc... Algunos sospechosos y otros le evocaban a pensamientos melancólicos difíciles de postergar.
Las horas se consumían más rápido que cualquier calada que le brindaba a ese cigarro, ansiosas al principio, confusas seguidamente y finalmente extrañas. No llegaba.
Ella se fue hacia la acera contraria, se sentó en un banco y sostuvo entre sus piernas esa carta con palabras que nunca pronunció. Quiso marcharse pero algo le decía que aunque no fuese entonces, debía llegar, con las hojas del otoño algo cambiaría y ella estaría presente.
Estaba perdiendo el viaje a su propio destino, viendo como llegaba y se marchaba cada tren lleno de nuevas experiencias por conocer pero aún así seguía esperando.
Comenzó a preguntarse que la retenía allí e intento alejarse poco a poco mientras se giraba constantemente mirando hacia la estación preguntándose por qué.
16/07/2013