Los músculos se tensan y las pupilas se mueven con fluidez ante el asombro de la naturaleza que palpita sin descanso, sin horas y sin rumbo. Las estaciones atrás quedaron, con más de una maleta perdida, encuentros inesperados y algún que otro infortunio decorando los parámetros de aquél edificio insulso cuyo encanto encuentro construido por historias.
Tal vez, y tan solo eso, eso sea. Nada más vislumbrar el horizonte, un escalofrío; un recuerdo.
¿Por y para qué? pregunto.
La dermis se va corrompiendo entre fluidos y el interior con gotas palpitantes que no cesan de investigar nuevas formas de conocer(te).
Té, para depurar los desechos emocionales, una cerveza para saciar el viento entrecortado y algo de humo blanco para dispersar las dudas.
Algo más. |