Han quedado las palabras dormidas en mis oídos a la espera de que se hicieran realidad. Me has dejado con un sabor amargo y por eso decidí dejarte. He roto una promesa en un papel por haber desmerecido tú cada una de mis buenas intenciones. Me he quemado de oír tanta miseria incongruente salir de tus labios. Has roto mis ganas de seguir apostando a tu juego, es aburrido, ya conocido y con tintes de muerte.
No tienes humor para mis desventuras, no te alegras de lo bueno que pase. No entiendes mis expresiones y no muestras intención de entenderlo. No te preocupan mis temores, pero no porque creas en mi, sino porque tampoco crees en ellos.
No toleras mi dolor, no quieres ser real y yo no quiero amar tu falsa muestra de bondad.
Te ofrezco la oportunidad de marchar bien lejos de mi lado, de olvidar que compartimos lecho.
Y te regalo el pase hasta la puerta.