Desde que tengo recuerdo sentí admiración por los años bisiestos, tan llenos de exclusividad, de vidas paralelas, de sueños.
Cómo puede una fecha tan bonita como un 29, día gemelo de mi cumpleaños suscitar tal fascinación es un misterio. Supongo que es un recordatorio al sinsentido que es este mundo. Que el calendario es solo una forma de contar los momentos; que se ha establecido para la mayoría como una manera de llevar control sobre la propia vida. ¡Ay! Quién fuera bisiesto para a sus ochenta años cumplir 20, sentirse rejuvenecer, ver la posibilidad de cambios, entender las ironías del mundo desde una fecha tan señalada en formato de cumpleaños, lo que viene siendo un atisbo de racionalidad partida a las desventuras de la existencia.
Quién tuviera el honor, de aún teniendo más de ochenta años sentirse joven cual persona que recién abandona el nido.
¡Os amo rarit@s autodidactas e inconformistas! Es muy noble vuestra entereza frente al desasosiego del mundo en que vivimos, cada vez más atroz, inhumano y paulatinamente incorrecto.
Añoro el sentimiento que en este instante me inunda de satisfacción pero no por ello dejo de adorar las infinitas posibilidades que aún nos quedan.
Todo está en la mente, a la espera de la acción para florecer en realidad.
Hoy, un día bisiesto de 2016.