Cuando todo sube.
Todo baja.
Cuando tú brillar, no opaca.
Sin embargo envidias resalta.
En esta soledad de invierno,
Me refugiaré en mi cuaderno.
Cuando tus seres queridos se van,
El camino se estrecha sin más
Y no hay un volver atrás.
Tantas miradas y pocos ven.
El disfraz de humano sienta bien.
Pero no cuando se les olvida quien es quién.
Cuando has ayudado y no esperas a cambio.
Cuando sus tormentas hacen de ti un apaño.
Cuando las tuya solo Dios lo sabe.
En vacilar por ellos está la clave.
Por los pocos.
Los caídos.
Por los locos.
Bendecidos.
Por todo el bien que uno amasa.
Por las semillas que gasta.
Por el dolor en cada tanda.
Por el sanarse hasta el alma.
Cargar en ti mismo un arma.
Dispararte como una pistola.
Así pido joder no me jodas.
Una cuchilla más en mi abrigo.
No quedan más con filo.
Pues está piel de lobo las arranca.
Hacia adelante y ya no me quedan lágrimas.
Fui coronado con una cruz.
Qué pena nos da que no seas tú.
Simplemente incierto.
Un solo siniestro.
Tantos que ya me pierdo.
Una tormenta de aciertos.
Tantos que te parten roto el pecho.
Pues la tradición se ha vuelto pan de cada día.
Y poco a poco van amainando las sonrisas.
Por cada gota que se derramó del vaso.
Nos queda aún por ver muchos ocasos.
Qué no es el caso que me quedé aquí.
Y para lo que me queda pues así vivir.
Rompiendo esquemas impuestos.
Trotando sola en el lecho.
Dejando cabada la tumba que me enterraron.
Fueron pocos quienes tendieron la mano.
Y ahora, sale a flote el interés.
Qué bien se vaya si se sabe de que es.
Pues le cambió a cada uno de los parlantes.
Una medalla si se atreven a vivir el desastre.
Porque el cielo brilla solo después de la noche.
Y sin reproche, no cabe duda.
De las hazañas no me arrepiento de ninguna.
Otro respirar cargado de fuerza.
Con vientos en contra que le arrestan.
Una sociedad no para todos hecha.
Aceptese el reto como respuesta.