martes, 6 de noviembre de 2012

L.

Apagar un cigarrillo lanzándolo como si de una flecha se tratase al notar una presencia inesperada; Aunque no tenía mayor importancia, siguió perturbándome el cúmulo de imágenes que tenía en mi cabeza en ese momento.

Repasar cada suspiro, cómo el de esa misma mañana, ese desliz debido a la lluvia que apenas me alteró, pero en el fondo algo si que lo hacía.
Un café en una plaza donde cada uno anda apresurado turbado con sus propias agonías, y esa noticia repentina que  aún hoy hace que mis ojos casi huyan de sus órbitas.
'S' pronunció aquellas palabras: "hablé con él, tuvo un accidente; el coche quedó siniestrado pero está bien.",  la última frase hizo que todos mis músculos se distendieran sin mayor dramatismo. 'S' me dijo que el cambio en mi expresión fue radical.
Las horas correlativas al recibimiento de tal oración fueron, aunque átipicas, reposadas.

Tarde desganada, no hay otra forma de expresarlo.
Sin hacer nada más productivo que poner orden a lo físicamente existente y crear presas mentales para intentar contener la marea desbordada de especulaciones que aparecen sin cesar.

El humo siempre está ahí; con el se marcha, sólo en parte, el anhelo y las ansias de saber más.


Libérame.