Las pupilas fijas en mi mirada,
Como si de una estrella se tratará.
Reflejando un amor infinito,
Mientras él me contemplaba.
Los paseos por la playa al atardecer,
El granizado que no le gustó,
Dormir abrazados hasta el amanecer.
Ese restaurante con café de noche,
Junto a los barcos que llevarían a no sé dónde.
Sabiendo que el lugar perfecto,
Era nosotros en cualquier momento.
Mi vestido que te quedaba mejor a ti,
La masculinidad sana de mi amor sí.
De la mano por el camino de arena,
Rodeándome con su brazo de forma certera.
Una casita donde ver el futuro,
Cocinando los dos entre besos.
Ser apuntados por luces a la noche,
Interrumpiendo nuestro derroche.
Recogerme en la estación,
Desde detrás sin verle.
Con cariño y emoción,
De por fin tenerme.
Compartir pasiones nuevas,
Donde el entusiasmo es la manera.
Echando de menos las caricias,
Los besos en todas partes,
Sin darnos cuenta reflejando arte.
Sentarnos en un restaurante,
Comiendo de espaldas a la gente.
Recoger piedras como en perdidos,
Los colgantes hechos a mano.
Echarte de menos con todos los sentidos,
Sabiendo que es sano.
Que los retos a superar son temporales,
Y no son reflejos de lo que uno vale.
Cuando es lo externo a una conexión,
Redescubrir el camino para los dos.
Con respeto a la individualidad,
Un trabajo en equipo de verdad.
Pues no hay problema en esperar,
Si se va haciendo día a día.
Donde cabe amar,
Hasta en esos días.
Atreverse a ser real,
Frente a las reglas impuestas.
Sanar es un camino,
Con la templanza,
No es repentino,
Simplemente uno avanza.
Es asombroso lo que hemos cambiado,
A veces se nos olvida.
Pero es una jodida maravilla,
Y allá en esos días tristes,
Tú los llenaste de matices.
Recordándonos nuestro propio poder,
Eliminando la duda de no saber.
No vamos tarde, no tuvimos guía,
Nadie nos enseñó que sí se podía.
Que tenemos derecho de elegir,
A cambiar y original mejor,
Es de sabios discernir,
Entre el miedo y el amor.