martes, 2 de abril de 2013

Cruzando la línea.

Los remordimientos se han podrido, las dudas se han atenuado y tu recuerdo apenas se muestra consciente.
Tiembla, pero no me culpes si te arrojo al vacío. Cada paso va atenuándose con los segundos que consume, con cada escalofrío que me conmueve al pensar en un mañana sólo conmigo.

Viajé a otra ciudad, a más de una y más aún pero aunque te recordase levemente la persona que siempre estaba inconscientemente ahí era yo mismo; pensaba: "Oh,  sería genial poder hacer esto, con... o sólo" pero siempre estaba yo. Tendría gracia que no estuviese en mis propios planes.
Acompañada con una fresa en el bolsillo que me dirigió a tu olvido fui sin mayor consciencia que un folio en blanco pegado sobre aquellos recuerdos hacia la autopista emocional jamás visitada. Y entonces, donde pensé que ya no había nada una vez más fui sorprendida, recordaba esa mirada, esa sonrisa, y no, no era la tuya; era incluso mejor. Ahí estaba yo, en el lugar y en el momento adecuado, alumbrada por el anonimato  capaz de deshinibirme y cientos de ojos vislumbrando lo que se avecinaba.

De pronto una mano apareció tímida, con una mueca por fin descifrada que me condujo hacia licores exquisitos sin mayor veneno que la capacidad de sonrosar mis mejillas, mientras, era conducida por entonces mi aún fantasía, digo entonces porque no tardó en hacerse realidad. Eran infinitas expresiones risueñas que nos envolvían, el tono burlesco de nuestros compañeros charlatanes y aquél bar-man que se atrevió a cambiarnos la banda sonora.

La hora de despedirse llegó y por más que dijiste que no te lo hiciesen más difícil ella nos encandilaba con unos segundos más de libre albedrío y entonces tomó mi mano alejándome de ti con sutileza... Hicimos una promesa que debido al peso de mis palabras cumpliré y por seguro caerá un viaje a la orilla de tu mar. El verano volverá más salvaje y sin duda alguna, caótico, aventurero e inesperado; como siempre debió ser.

No podrás comerme ya que para mi ya no existes.
En cuanto a ti he de decir que sí, te dejé ir. La primera en salir volando fui siempre yo, aunque volviese a nuestro nido este acabó despedazado por crudas acciones y palabras hirientes.

El camino ha sido reconstruido y en cuanto a mis baldosas de ceniza ahora son de humo, cada uno de un color y su consistencia depende de la intensidad de mi pisada. Porque sí, ahora mis pasos los controlo yo.

Tu pase VIP en mi mundo caducó hace mucho, y el ordinario está a punto; renovarlo tendría un coste muy alto que no se si serás capaz de asumir dejando tu orgullo aparte.
La cuenta atrás continua.