Una sociedad presa de apariencias,
Donde todos pierden la esencia,
Y en el foco reluce la incoherencia,
De egos marchitos en un río de mierda.
No es más feroz quien miente,
Sino quién decide no usar su espada,
Pues mal consejo una huella,
De lo que ya no sirve de nada.
Más humano un animal que esta especie,
Donde en la estupidez su ego crece,
Cambiando horas por efímeros suspiros,
Que en todo caso los convertirán en fugitivos.
La savia que emana del árbol,
Entra y sana cada espacio,
En un silencio que calma el agravio,
De no sentir en un cielo grisáceo.
Las promesas de quien es papel mojado,
Deslumbran los ecos de lo apagado,
Pues sin lumbre innecesaria se vive,
Mucho más tranquilo en este horario.
La libertad de no tener tensión,
Cabe entre la Sabana otro león,
Que vieron con gran pelaje,
Y otros el dardo disparó.
Huecos de aquellos sin huevos,
Cobardes que sueltan veneno,
Mente corta para tanto memo,
Reír calibra la mira del freno.
Nada más sabio que no entrar en el juego,
La salida está reservada a los serenos,
Niebla y cruces en desenfreno,
A quienes no controlan los impulsos.
Entonces hasta el día final ilusos,
Trepidante poesía sin meterse en lo ajeno,
Tintes de colores que no vieron,
Camuflaje en otro lado sin apego.
