Tolerar no es lo mismo que celebrar,
Pues la intimidad nace desde otro lugar,
Donde el resplandor de lo bello,
Nunca se ha tenido que excusar.
Fortalecer el alma sin endurecerla,
Es la mayor tarea para lo divino,
Hacer como que no verla,
Nunca cambiará lo que vino.
Desde otro lugar más salvaje,
Pero con dirección estable,
Se establece un sano engranaje,
Que no necesita de avisos o trajes.
La entereza de repeler lo falso,
Con una sonrisa puesta en lo alto,
Pues no sería sabio volverse amargo,
Y en el momento desde el que hablo.
La gran responsabilidad de valorarlo,
Pues entender la herida no es justificarlo,
Entonces veamos como no censurarlo,
Y aprender que siempre estuve a salvo.
No es el perpetrador el que pierde,
Si uno opta por la amargura,
Resistir sin perderse en lo endeble,
Es la mayor señal de cordura.